El peronismo y la militancia acompañarán a Cristina Kirchner a Comodoro Py. Mientras crece el repudio a la condena arbitraria, la CGT define su posición y el Gobierno intenta evitar una imagen que recorra el mundo: la de una líder rodeada por el pueblo.
En los cinco kilómetros que separan el departamento de Cristina Fernández de Kirchner de los tribunales de Comodoro Py, se juega mucho más que un trámite judicial: este miércoles, el peronismo busca dar una contundente señal política frente a una Justicia que volvió a fallar alineada con los sectores del poder económico y mediático. Bajo la consigna “Argentina con Cristina”, miles de militantes, dirigentes, sindicatos y movimientos sociales se movilizarán en defensa de la exmandataria y para rechazar su proscripción.
Desde la sede del Partido Justicialista, epicentro del operativo militante, se trabaja contrarreloj para asegurar que la movilización sea masiva y pacífica. A su vez, en la Confederación General del Trabajo (CGT) aún se debate si anunciar un paro general, impulsar medidas parciales o simplemente acompañar la movilización. La discusión está abierta y se definirá en una reunión clave este mismo martes por la tarde.
La magnitud de la protesta incomoda al Gobierno de Javier Milei, que intenta forzar al Tribunal Oral Federal N°2 para que autorice una audiencia virtual y evite la imagen que más teme: la de Cristina, rodeada por el pueblo, caminando hacia los tribunales para cumplir con un fallo que gran parte de la sociedad considera ilegítimo y motivado políticamente.
La concentración arrancará a las 10 de la mañana en San José y San Juan, para marchar hacia Comodoro Py. La expectativa es acompañar a Cristina durante su comparecencia judicial y luego regresar con ella a su departamento en Constitución, donde permanece desde hace una semana. “Vamos a acompañarla a hacer el trámite necesario y volvemos con ella a su casa”, explicó la intendenta de Quilmes, Mayra Mendoza, sintetizando el sentimiento colectivo de cuidado, solidaridad y firmeza.
El respaldo popular no solo busca demostrar el afecto por quien gobernó el país en dos oportunidades, sino también ejercer presión política para que el tribunal no avance con la prisión común. La militancia exige la prisión domiciliaria como un piso mínimo de respeto frente a una condena que no se sostiene en pruebas, sino en prejuicios.
En paralelo, se espera que este martes los fiscales federales Diego Luciani y Sergio Mola —símbolos del lawfare en Argentina— presenten su dictamen sobre el pedido de prisión domiciliaria. Todo indica que se opondrán, fieles a su actitud persecutoria, aunque el propio TOF 2 ya rechazó hace pocos días la solicitud de detención inmediata.
Mientras tanto, el vicepresidente del PJ, José Mayans, asumió la coordinación política del partido y de la resistencia. “A la marcha del miércoles tienen que ir todos: jubilados, docentes, médicos del Garrahan. Este Gobierno quiere hacer desaparecer el Estado y entregarlo al mercado”, afirmó, ampliando el eje de la protesta: no solo se trata de Cristina, sino del modelo de país.
La CGT, por su parte, atraviesa un intenso debate interno. El camionero Pablo Moyano, el bancario Sergio Palazzo y el mecánico Mario “Paco” Manrique encabezan el ala combativa que exige un paro general para garantizar la participación masiva de los trabajadores. “Si se toma esta decisión arbitraria, hay que hacerlo sentir en la calle”, advirtió Manrique antes del fallo. Palazzo, en la misma línea, sostuvo que sin paralización de actividades no hay verdadera movilización.
Desde el sector más conservador, el cosecretario de la CGT, Octavio Argüello, intentó desmarcarse: “No somos una sucursal partidaria. Si se decide un paro, debe ser por algo más amplio”. Sin embargo, el clamor popular que crece minuto a minuto podría obligarlos a alinearse con el sentimiento de las bases.
En la Casa Rosada, el Gobierno ya no oculta su preocupación. El jefe de Gabinete, Guillermo Francos, blanqueó la intención de que Cristina no pise Comodoro Py: pidió que se le permita notificarse desde su casa “para evitar convulsión social”. Pero la verdadera razón es política: buscan evitar que las imágenes de una Cristina empoderada, respaldada y ovacionada por el pueblo, se vuelvan virales en el mundo.
Desde su departamento en Constitución, Cristina Kirchner espera la jornada con serenidad y coraje. Ayer salió varias veces a saludar a quienes la acompañan día y noche. La consigna que más se escucha en la calle sintetiza el sentimiento de millones: “Vamos a volver”.